sábado, 31 de julio de 2010

El Camino Hacia La Recuperación –Parte 6 -b

¿Cómo efectúo esta primera parte del paso 6? ¿Cómo perdono a los que me dañaron?
1. Revelo mi herida. Lo admito. Lo expreso. Lo afronto. Soy honesto. No puede vencer esto hasta que lo admita – daña. No sé por qué pero no queremos admitir las veces que las personas que amamos nos han dañado. Porque tenemos una mala concepción de que no se puede amar a una persona y molestarse con ellos al mismo tiempo. Usted puede. Estaba hablando con una persona cierto vez en consejería y dijo, “perdono a mis padres; hicieron lo mejor que pudieron.” Entre más hablaba de eso me di cuenta que ella realmente no los había perdonado. Interiormente estaba molesta. Pero ella decía que los había perdonado. Eso es negación. Ellos no hacían lo mejor que podían. Si usted es padre, usted no está haciendo lo mejor que puede. Porque somos imperfectos. Nadie hace lo mejor que puede. Esa es una forma de negación. Hasta que ella fue capaz de admitirlo, “No, no hacían lo mejor que podían; me trataban en algunas manera que
eran las incorrectas.” Entonces ella pudo aprender a perdonarlos. No puede perdonar lo que no quiere confesar. Admítalo y escríbalo en un papel. Tiene algunas opciones cuando llega a herir. Puede reprimirlo – simplemente pretender que no existe, ignorarlo – sacarlo del camino, que nunca funciona. Siempre sale a flote de alguna manera u otra en su vida. Lo puede quitar diciendo, “No es la gran cosa, no importa, ellos hicieron lo mejor que pudieron.” No, no lo hicieron. Dolió. O lo puede confesar. Simplemente admitirlo. He tenido gente que dice, “Realmente me gustaría cerrar la puerta de mi pasado. Me gustaría encerrarme para que esa persona ya no me
dañe.” Yo digo, “Fantástico, pero no hay un cierre sin una apretura.” Primero debe que admitirlo. Debe confesar y decir, “Eso duele. Y era incorrecto y me dañó.” Entonces ¿qué hacer? Haga una lista de los que le han dañado, lo que dijeron, lo que hicieron, lo que pensaron y escríbalo y hágalo en blanco y negro para que pueda verlo. No es algo confuso el que esté resentido pero que sea específico. Piense en ese maestro quien le avergonzó o su padre quien dijo, “nunca lograrás nada y eres un fracaso.” Esa relación anterior que fue infiel a usted. Escríbalo y revele su corazón.
2. Suelte al ofensor. Suelto a mi ofensor. Los dejo ir. Dejo de sostenerme en mi herida. ¿Cómo hago eso? ¿Cómo suelto a un ofensor? Hágalo perdonándoles. Es la única forma en que los puede soltar. No espere que ellos pidan perdón. Hágalo ya sea que pidan perdón o no porque usted o está haciendo por su propio bien y no por el de ellos. ¿Por qué? Porque Dios le ha perdonado y usted va a necesitar perdón en el futuro y el resentimiento no funciona, solamente le hace miserable. Por lo tanto suelte a su ofensor y perdóneles por amor a usted mismo.
Hace algunos años aquí en la iglesia de Saddleback había una señora llamada Judy y estaba pasando por un divorcio tremendo. Tenía un estrés bastante fuerte. Y en lo mejor del divorcio ella comenzó a volverse ciega de uno de sus ojos. Su ojo comenzó a deteriorarse. Fue a un instituto para ojos y se hizo un chequeo. Le dijeron, “Se esta deteriorando; lo sentimos, no hay nada que podamos hacer.” Ella estaba llevando todo este resentimiento y toda esa amargura. Un día entró a la iglesia y estábamos en una de nuestras reuniones y yo estaba hablando acerca del resentimiento y dije, “Por amor a usted mismo usted debe dejarlo ir. Por su propio bien, tiene que soltar a sus ofensores, no importan lo que hayan hecho. No permita que las personas en su pasado sigan hiriéndole en su presente a través del resentimiento. Suéltelo.” Y ella inclinó su cabeza y dijo, “Dios, te entrego mi corazón y suelto a mi ofensor. Lo suelto.” Salió de la iglesia y caminó por el patrio, y recobró su vista. Regresó al instituto. Ellos le dijeron, “Este es un milagro, usted estaba ciega de este ojo.” Cuando ella soltó su resentimiento, Dios dijo, quiero hacer un milagro en tu vida. Usted no se puede imaginar lo que puede pasar en su vida cuando suelta a las personas que le han herido. ¿Cuán frecuente tengo que hacerlo? “¿Cuántas veces debo perdonar a mi hermano cuando peca contra mí? Jesús respondió, ‘No siete veces sino setenta veces siete.’” El está diciendo que tiene que ser continuo. El perdón no es algo que se hace una sola vez y usted dice “Los perdono” y ya estuvo. No puede ser así porque esos sentimientos van a seguir llegando y cada vez que tenga esos sentimientos los tendrá que perdonar otra vez. El perdón no es algo de un solo tiro. Es una cuestión repetitiva. Debe ser continuo. Jesús dijo, “una y otra vez.” Y cada vez que venga a la mente, usted debe perdonarlo otra vez hasta que sepa que los ha soltado por completo. Eso puede ser 300 veces, no lo sé. ¿Cómo saber cuando se ha soltado a un ofensor por completo? Usted puede pensar en ellos y ya no duele. Puede pedir que Dios les bendiga. Usted puede comenzar a ver entendiendo como ellos han sido dañados, en lugar de enfocarse en cómo le dañaron, porque la gente dañada, daña a otros. Así que comienza a entender su herida. Es entonces cuando usted sabe que los ha soltado. Sigue perdonándoles, sigue perdonándoles, hasta que finalmente pueda pensar en ellos y ya no duele. ¿Cómo perdonas un divorcio? No puedes, pero si te puedes deshacer del dolor. Puede librarse de él. Al soltar un ofensor no siempre es posible, ni tan siquiera es siempre aconsejable, que usted regrese a esa persona que le dañó. Sus circunstancias puede que hayan cambiado. Quizás sus padres le dañaron; ellos nunca supieron lo que hicieron, como para que ahora usted regresé después de 40 años y les diga, Ustedes hicieron esto. Eso solamente les sorprendería. Nunca supieron lo que hicieron. Algunas personas han cambiado. Otras se han vuelto a casar. Algunos se han ido a vivir a otro lugar y usted ni sabe donde están. Otros han muerto. ¿Qué hace en ese tipo de situaciones? Usted hace uso de lo que
yo llamo la técnica de “la silla vacía.” Consiga una silla y póngala en un cuarto e imagine que esa
persona está en esa silla y diga, “Necesito decirte algo. Así es como me dañaste” y expréselo. "De esta forma me dañaste, de esta otra y de esta otra. Pero quiero que sepas que te perdona porque Dios me ha perdonado y porque el resentimiento no funciona y porque quiero obtener perdón en el futuro. Te suelto.” Usted se lo dice a la silla. Otra forma de hacerlo es escribir una carta que nunca pueda enviar siendo claro, “Así es como me dañaste.” Lo escribe, y deje que le descargue. Lo ha estado cargando por tanto tiempo, necesita descargarse y soltarlo en una carta. Al final diga, “pero comenzando desde hoy te perdona porque Dios me ha perdonado y porque el resentimiento no funciona, y porque necesitaré del perdón en el futuro.” Y Usted lo hace por su propio bien. Suéltelos para que pueda experimentar libertad.
3. Reemplazo mi herida con la paz de Dios. “Que la paz de Cristo reine en sus corazones.” ¿Cómo? Es injusto. Si los perdono quedan sin castigo. No, no es así. Deje que Dios tome en sus manos la situación. El puede hacer un mejor trabajo que usted. La Biblia dice, un día Dios va a aclarar todo y El va a pedir cuentas y va a balancear las cosas, y un día EL tendrá la última palabra. Así que permita que Dios tenga la última palabra en eso. ¿De acuerdo? El cuidará de eso. El es el juez. Solamente El. Es por eso que cree en el infierno. Jesús habló más del infierno que del cielo. Pero si no hay infierno, entonces las personas como Hitler saldrán impunes y eso no es justo y Dios es un Dios justo. La Biblia dice, que habrá juicio. Así que solamente suéltelos y el resto del tiempo enfóquese en la paz de Dios en lugar que tratar de arreglar las cosas. Permita que la paz
reine en su corazón. El hecho es que las relaciones pueden romper su corazón en pedazos. Simplemente lo pueden destrozar. Pero Dios puede unir esas partes de nuevo y rodearlo y cubrirlo con Su paz sobre tus piezas. Debe soltar a los que le hirieron para que Dios pueda hacer reparar su corazón.

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