domingo, 2 de mayo de 2010

El Primer Paso a la Libertad 3ra parte

I. ¿CUÁLES SON LAS CONSECUENCIAS DE JUGAR A SER DIOS?

Cuatro problemas que siempre suceden cuando tratamos de jugar a ser Dios:

1. Temor Cuando trato de controlar todo me atemorizo. Adán dijo, “Tuve miedo, porque estaba desnudo y me escondí.” Nos atemoriza el que alguien descubra quienes somos realmente, que somos falsos, farsantes, realmente no tenemos el control, que no somos perfectos. Por lo que no permito que nadie se acerque realmente a mí porque descubrirán que interiormente estoy asustado. Y por lo tanto que lo disfrazamos y pretendemos que no es real, llenamos nuestras vidas con temor, atemorizados que alguien nos va a rechazar, que no nos amarán, o que no les seremos simpáticos porque no saben realmente lo que somos. Solo les gusta una imagen de mí. Si supieran realmente como era, no les gustaría. Así que me resiento por eso. Y somos llenos de temor cuando tratamos de jugar a ser Dios.


2. Frustración Es frustrante tratar de ser el gerente general del universo. Me gusta llevar a mis hijos a un restaurante y jugar con el juego del mazo, ese que tiene esas cosas que salen y que las golpea. En el momento que usted golpea otra sale. Es frustrante porque cada vez que tratar de golpear un a otra se levanta y golpea esa y otra sale... Así es la vida. Terminamos con una compulsión y otra sale a flote. Terminamos con un problema y otro aparece. Terminamos con una relación conflictiva y otra aparece. Es tan frustrante porque no puede terminar al mismo tiempo con todas. Camina pretendiendo ser Dios – Soy poderoso, puedo manejarlo. Si es tan poderoso porque no simplemente termina con todo. Frustración.


3. Fatiga Cansa jugar a ser Dios!. Tratar de controlar todo, pretendiendo que todo está bien, negar algo lleva mucha energía. En Salmos 32 David dice, “Mi fuerza se evaporó como el agua en un día soleado hasta que finalmente admití todos mis pecados y deje de esconderlos.” La mayoría de las personas tratan de esconder su dolor y huyen de él manteniéndose ocupados porque Pensamos: “No me gusta cómo me siento cuando siento me deprimo. No me gusta lo que viene a mi mente cuando pongo mi cabeza sobre mi almohada y no me gustan esos sentimientos y lo que escucho por lo que me mantengo ocupado.” Huye del dolor al estar constantemente en el ir, trabaja hasta el cansancio. O se involucra en algún pasatiempo o algún deporte y se vuelve algo compulsivo y está en el campo de golf todo el tiempo o en la cancha de tenis o en otro lugar todo el tiempo. O se puede aún involucrar en actividades religiosas, la actividad de la iglesia puede esconder su dolor. Espera que cansarse tanto que cuando se acueste y ponga su cabeza sobre su almohada, estará tan fatigado, que se dormirá y no tendrá que escuchar su dolor. Si está en un estado constante de fatiga, siempre agotado, pregúntese, “¿De qué dolor estoy huyendo? ¿Qué problema no quiero afrontar que me motiva y me conduce a trabajar y trabajar para estar en este estado constante de fatiga?”


4. Fracaso Cuando trata de jugar a ser Dios, esa es una descripción del trabajo en el que se garantiza que terminará. Proverbios 28:13 (DHH) “Nunca tendrás éxito en la vida si tratas de esconder tus pecados. Confiésalos. Entrégalos. Entonces Dios mostrará su misericordia sobre ti.” Necesita ser honesto y aceptar su debilidad y sus faltas y fracasos. En nuestra iglesia desde el principio nos hemos comprometido con ser un lugar seguro donde la gente, gente real, pueda hablar acerca de sus problemas reales, heridas reales, complejos reales, hábitos reales, y no ser afectados por la crítica, sino que somos una familia de compañeros en la lucha. NO hay ninguna persona en esta habitación que tenga todo bajo control. Todos somos débiles en diferentes áreas y nos necesitamos unos a otros. De hecho nos necesitamos unos a otros porque nos volvemos espejos para revelar las heridas unos a otros y ayudarnos. Muchas veces otros ven cosas que yo no vea y viceversa.


¿Cómo reacciona a las historias de quienes están pasando situaciones graves?

Le muestro dos formas de cómo no reaccionar:

1. “Mi problemas no es tan malo” Eso se llama negación. ¿Qué tan mal tiene que llegar a ser antes de admitir que necesita ayuda? ¿Qué tan doloroso tiene que llegar a ser ese daño, esa relación, ese dolor, ese problema, esa memoria antes que admita que necesita ayuda? Desdichadamente es el comportamiento humano, naturaleza humana, que nunca cambiamos hasta que nuestro dolor se vuelve más grande que el temor de cambiar. No cambiamos cuando vemos la luz. Cambiamos cuando sentimos el calor y el matrimonio comienza a destruirse o los niños comienzas a irse por malos caminos o cuando recibe esa llama telefónica en medio de la noche. Ahórrese ese dolor, comience pronto su recuperación. Un hombre dijo, “Me sucedió a mi cuando el ácido de mi dolor finalmente atravesó la pared de mi negación.” Dios nos susurra en nuestros placeres pero El nos grita en nuestro dolor. El dolor es el megáfono de Dios. Permite que eso lo mueva a buscar ayuda, a enfrentar el hecho de que ha estado ignorando por 10, 20, quizás 30 años. ¿Cuál es el nivel de su dolor? Es una luz de advertencia para usted. Escúchelo.


2. “Está bien, pero yo puedo resolver mis problemas; esta serie de recuperación es para alguien más” Eso también se llama negación. Al menos que haya tenido una vida perfecta, hay algunas cosas con las que necesita tratar. Usted dice, puedo manejar mi problema, puedo cuidar de eso. El hecho es que si usted pudiera manejarlo, lo hubiera hecho, pero usted no puede, por lo tanto no lo hará. Si hubiera podido controlar ese problema, no sería un problema, no lo tuviera con usted hoy. Pero no puede, por lo que no podrá. Esta negación es tan antigua como Adán y Eva. Ellos tenían un problema. Huyeron y se escondieron tras el arbusto. Dios los había hecho y Dios había hecho el arbusto y se están escondiendo de Dios. Así de ilógico. Algunas veces le pregunto a las personas “¿Le ha contado a Dios acerca de su herida? Su hábito? Su complejo?” “Ah, no, no quisiera que supiera de eso.” No puede mejorar hasta que confiese y afronte sus faltas y admita: Soy incapaz.”


III. LA CURA
El primer paso en el camino a la recuperación es admitir mi incapacidad. La Biblia dice que al admitir mi debilidad encuentro fortaleza. Esta no es una idea popular en la cultura Americana de autosuficiencia la cual dice, Levántese por si mismo, no dependa de nadie más; sea como el Llanero Solitario. Pero este es el primer paso esencial para iniciar. Admita que es incapaz de hacerlo por usted mismo. Necesita a otras personas y necesita a Dios. Admitir que no soy Dios significa que reconozco tres hechos importantes de la vida. La madurez viene cuando reconozco estos tres hechos de la vida:


1. Admito que soy incapaz de cambiar mi pasado Duele, todavía lo recuerdo, pero todo el resentimiento en el mundo no lo va a cambiar. Soy incapaz de cambiar mi pasado. (Deberíamos usar el pasado como un trampolín y no como un sofá)


2. Admito que soy incapaz de controlar a otras personas Trato, me gusta manipularlos, utilizo toda clase de pequeños trucos, pero no funciona. Soy responsable de mis acciones, no de las de otros. No puedo controlar a otras personas.


3. Admito que no soy capaz de hacer frente a mis hábitos, comportamientos, y acciones dañinos Las buenas intenciones no son suficientes. Cuantas veces ha intentado y ha fracasado. La fuerza de voluntad no es suficiente. Usted necesita algo más que fuerza de voluntad. Usted necesita a Dios, porque El le hizo para necesitarle. Santiago 4:6 – “Dios se opone al orgulloso pero da gracia al humilde.” Gracia es el poder para cambiar. Gracia es el poder que Dios me da para hacer los cambios en mi vida que quiero hacer y que El desea que haga – el poder para cambiar. Y para que usted se recupere de las heridas, complejos y problemas en su vida, necesita la gracia de Dios. ¿Cómo la obtengo? Solamente de una forma. El se la da al humilde. Permítame preguntarle, ¿que necesita cambios en su vida? ¿Qué herida, complejo o hábito ha estado tratando de ignorar? Para muchos de ustedes este paso será el más difícil. Me alegra que sea el número uno, porque cuando termine este paso, pase la dificultad, y esa es solamente admitir, “tengo un problema, tengo una necesidad, tengo una herida.” Es difícil para muchos de nosotros admitir eso porque es humillante. Dice “No soy Dios y no tengo control de nada tanto como me gustaría que todos pensaran. No tengo el control.” Si le cuenta eso a alguien, no se van a sorprender, porque lo saben, Dios lo sabe, usted lo sabe, usted solamente necesita admitirlo. Significa ser honesto y afrontar un problema que ha querido ignorar por mucho tiempo.

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