lunes, 24 de mayo de 2010

Mayordomia: El Verdadero Propósito de nuestro culto

Apocalipsis 7:9-10; 15-17
Nuestro culto a Dios es algo sumamente importante y trascendente. Haríamos bien en no olvidar la manera en la cual rendimos culto. A continuación cito las palabras del Dr. Justo L. González en su libro Para la salud de las naciones, El Apocalipsis en tiempos de conflicto entre culturas; Editorial Mundo Hispano, págs., 118-120.

Esto puede parecernos extraño a los modernos, gente excesivamente pragmática a quienes se nos ha enseñado que el propósito del culto es renovar nuestras fuerzas, algunos dicen llenar el tanque, el domingo para poder vivir los otros seis días de la semana. Pero Juan de Patmos concordaría con Juan Calvino y con toda la tradición reformada, para la cual el principal propósito del ser humano, el principal propósito de toda la creación, es disfrutar de la presencia de Dios y glorificarle eternamente.

El culto a Dios es mucho más que un proceso mediante el cual cargamos nuestras baterías espirituales. Si es cierto que nuestro propósito principal es glorificar a Dios eternamente, entonces el culto es ante todo un acto de justicia. Es un acto de justicia por cuanto, y sólo en tanto, pone las cosas en su justo sitio. Cualquier justicia humana que no le dé a Dios lo que es de Dios será siempre justicia parcial, y será por tanto injusta.

Y, como los profetas de Israel siempre repitieron, pretender adorar a Dios sin hacer justicia en la sociedad es adorar a un Dios que no requiere justicia, y es por tanto adorar a un dios falso, caer en idolatría. En la perspectiva bíblica, el culto requiere justicia, y el culto mismo es una acción de justicia. El culto requiere justicia, porque el Dios de la Biblia es un Dios que no se interesa en nuestras ceremonias y ayunos si no van acompañados de justicia.

Por otra parte, la adoración es también un ensayo. Es un anticipo de lo que ha de venir. Es el medio que nos recuerda que nuestras vidas y nuestro mundo tienen una meta, y que esa meta es el día cuando toda tribu, nación, lengua y pueblo adorarán a Dios y al Cordero. El culto, a un dentro de nuestra pequeña comunidad de adoración, es un anticipo de la gran ciudad, la nueva Jerusalén, que Juan vio descender del cielo, de Dios. Es práctica para el reino. Es anticipo del reino de Dios.

La adoración es práctica y es proclamación. Por ambas razones, para practicar para el reino y para proclamar el reino, la iglesia ha de esforzarse porque su culto aquí y ahora refleje y represente a todo pueblo, tribu y nación, ni disminuido por razón de su lengua o de su cultura, o de su clase social.

El libro de Apocalipsis es un anuncio del culto que tiene lugar en el cielo, del culto que es la meta de toda la creación, el culto hacia el cual nos dirigimos por la gracia de Dios.
¡Seamos mayordomos fieles hasta el inminente regreso de nuestro Señor Jesucristo!

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