miércoles, 5 de mayo de 2010

¿Tienes un Contrato con Dios?

En nuestro mundo caído, no podemos confiar en que todo el mundo cumplirá su palabra; por esto son necesarios los contratos. Pero Dios no actúa de esa manera (Isaías 55:8, 9; Números 23:19); Él quiere dar y bendecir con abundancia. Sin embargo, no se dejará obligar por un contrato.

Muchos de nosotros, inconscientemente, tratamos de hacer un contrato con Dios. Observe si algunas de estas condiciones concuerdan con su manera de pensar:

CONTRATO CON DIOS


1. Dios, ve si puedes cumplir con esto (antes de que yo haga lo que Tú quieres).

a. Si Tú me das una explicación aceptable del porqué permites que a la gente buena le sucedan cosas malas, yo consideraré si te recibo o no como Salvador.
b. Si Tú curas a mí ser amado, confiaré de nuevo en Ti.
c. Si me sacas de mi situación actual, ¡nunca volveré a hacerlo!

2. Obligación (Estoy haciendo lo que Tú quieres, y por eso deberás bendecirme de la manera que yo quiero.)

a. He estado diezmando, pero Tú todavía no me has aumentado el sueldo.
b. He estado asistiendo a la iglesia con regularidad, pero mi vida no se ha vuelto más fácil.
c. He estado involucrado en el ministerio con los solteros, pero no me has dado un cónyuge.

3. Conveniencia (Si el servir encaja de manera perfecta con mi vida, entonces te serviré.)

a. Si no llueve el domingo (y si me levanto a tiempo), iré entonces a la iglesia.
b. Si no estoy demasiado ocupado, y si no tengo nada más qué hacer, entonces te serviré en la iglesia, siempre y cuando eso no me exija demasiado tiempo.
c. Si un servicio o programa de la iglesia me resulta atractivo, entonces asistiré.

4. Rompimiento o interrupción del contrato
En cualquier caso, si no estoy 100% satisfecho en todas las áreas de mi vida, me reservo el derecho de enojarme contigo y de ignorarte. Sin embargo, aun así estarás obligado a este contrato y tendrás la responsabilidad de cumplir con todas las estipulaciones del mismo, como también con cualquier cosa que yo pueda haber omitido o pasado por alto.

Nuestro mejor contrato palidece en comparación al pacto perfecto del Padre celestial: el pecado nos separa de la santidad absoluta de Dios, y ninguna acción humana podrá cambiarlo. Por eso envió a Jesús para derramar Su sangre como el pago total por nuestro pecado. Lo único que tenemos que hacer es creer que Cristo murió en nuestro lugar. Después de esto, cubiertos por Su gracia, no tendremos nunca que hacer "tratos" con el Señor.

¿Ha estado usted relacionándose con Dios de acuerdo con algún "trato"?
Si es así, rómpalo, o se privará de las increíbles bendiciones que Él anhela darle. En vez de eso, confíe en Él, viva bajo Su gracia y esté atento a las oportunidades que Él brinda a su vida.

Para este 2010 en la dimensión individual, familiar y en la comunidad de fe, estamos llamados a aceptar el desafío de CRECER en nuestra relación hacía Dios, principalmente, y en la comunión de los creyentes.

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